Todo lo que está fuera de nuestra conciencia se refleja en nuestro cuerpo o en el lenguaje significante.
El cuerpo es la ventana o el espejo de nuestro inconsciente. En él está grabada celularmente toda nuestra historia emocional, sentimental, psíquica, y espiritual.
“El hombre precede a sus órganos”, ya lo decía Platón.
Un intento de curación pasará por la capacidad del terapeuta de saber decodificar sus síntomas a través de su dinámica psico-emocional.
El órgano enfermo indica la naturaleza del bloqueo o del impedimento de la realización de nuestro programa.
Y si un cuerpo habla, hay que ir a la raíz del problema, en relación con la programación del cuerpo.
“Si escuchamos los susurros de los pequeños cortes y cardenales de nuestras vidas, no tendremos que escucharlos fuertes gritos de una enfermedad grave” — Eleanor Limmer.